20050415

SALON NACIONAL DE FOTOGRAFÍA DE PRENSA 2004

Foto del año. © Roberto Candia. © All rights reserved.



Opinión

por Cristián Labarca Bravo

Los concursos fotográficos suelen ser más un proceso de descarte que una difícil selección entre lo mejor de lo mejor. El Salón Nacional de Fotografía de Prensa es, en parte y sólo en parte, una excepción a esta premisa. El nivel de los concursantes es –o debiera ser- superior en algunos aspectos básicos, debido al constante adiestramiento del ojo que día a día se ve enfrentado al ejercicio de mirar, reflexionar, componer y obturar, en un contexto de contingencia, ebullición social e interacción, como lo es la calle, la ciudad, un país. Es quizá esa capacidad de reacción frente a situaciones límite y fugaces, la instantánea, la capacidad de congelar el instante, lo que sigue -aún hoy- sorprendiendo a fotógrafos y consumidores de fotografía, quienes sin duda todavía lloran al padre recientemente fallecido (como único y mal entendido referente); Henri Cartier – Bresson.



Pero la fotografía no es sólo eso, y el fotoperiodismo tampoco. La anécdota fotográfica nos hizo reír incluso a los que en esta ocasión ejercimos de jurado, conscientes de que además, esa foto, en las portadas de los diarios sensacionalistas que como país hoy nos estamos mereciendo, es altamente apetecida. Pero cansa, deja el estómago vacío. Y termina dando náuseas. Por eso fue un respiro enfrentarse a la que terminaría siendo la foto del año, y por eso, por la necesidad de no sólo premiar sino también enviar señales, recordar que el ejercicio del periodismo conlleva una responsabilidad y un compromiso social muy alto, con la memoria y la justicia, fue que la escogimos.

El nivel del fotoperiodismo en Chile es bueno, muy bueno en algunos casos, pero todavía no excelente (Sin duda la muestra anual de la World Press Photo ha influido mucho, para bien y para mal). El Salón cuenta con buena convocatoria, pero la respuesta de los fotoperiodistas nacionales no es total (se echa de menos a las “vacas sagradas”, aquellos que llevan orgullosos el estandarte de la independencia a los medios, del free lance, fotografiando el cotidiano desde la no oficialidad, pero le niegan al periodismo la posibilidad de nutrirse de esa fotografía). Me quedo con la sensación de que el Salón sigue basándose –afortunadamente cada año en menor medida- en la foto publicable, dura, golpeadora, anecdótica, efectista, televisiva, cliché, postergando la reflexión y la mirada de un autor que conmueva. En secciones como medioambiente seguimos recibiendo la vista captada desde el Cerro San Cristóbal de un Santiago contaminado, en reportaje pareciera ser que para el 1º de mayo sólo hay desmanes y pedradas, en deporte sólo goles y la celebración, en cultura sólo obras de teatro. Excluyendo el panfleto y los gritos sin sustento, me pregunto: ¿Carecen de ideología los fotógrafos chilenos?, ante todo individuos pertenecientes a una polis, con opinión frente a la noticia.

En síntesis, considero fundamental replantearse: ¿Qué es una buena fotografía periodística? ¿La que resume o sintetiza una noticia? ¿La que captura el momento preciso transmitido y reiterado hasta el cansancio por la televisión? ¿La que impacta al lector, a como de lugar? O ¿la que me deja pensando? ¿La que trasciende lo que los medios consideran digno de informar, la que verdaderamente revela?


*Texto encargado por Miguel Ángel Larrea, director del Salón Nacional de Fotografía de Prensa 2004, tras mi desempeño como Jurado. No publicado.





© Cristián Labarca Bravo. © All rights reserved.

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