19971015

JAVIER GODOY: “La fotografía de autor no está pasando por los medios”

© Javier Godoy. © All rights reserved.



Alfred Stieglitz dijo una vez: “Mi objetivo es cada vez más que mis fotografías se parezcan a fotografías, que no sean vistas a menos que se tengan ojos para ver y que sin embargo cualquiera que las haya visto una vez no las olvide jamás.” Pronto, junto a las de Claudio Pérez, Luis Weinstein, Sergio Pérez, Paz Errázuriz y Marcelo Montecinos, las fotografías de Javier Godoy nos estarán representando en la Bienal de Sao Paulo. Cada uno de esos increíbles recortes que le ha hecho a la vida de nuestro país y sus habitantes estarán montados en Brasil. Y puedo dar crédito de ello... Cualquiera que las haya visto una vez, no las olvidará jamás.

Los rincones ocultos, testigos del paso de nuestra gente, en un Parque O`Higgins que da la sensación de ajeno. No se le llega a conocer a menos que se pertenezca a él o hallamos visto las fotografías de Godoy, quien además, de una u otra forma, pertenece ya al Parque. Porque cuando el rimbombante título de “fotografía artística” pasó a denominarse “de autor”, la definición de ésta continuó siendo tan ignorada que hasta el día de hoy no muchos lo tienen claro. Pero el trabajo del Parque, de Godoy, podría ser una de las mejores explicaciones. “Comenzó cuando estudiaba fotografía en el Instituto ARCOS. Era un examen para el Taller de Ensayo de Héctor López y yo había escogido el Club Hípico. Para llegar a él debía cruzar el Parque y comencé a hacer un trabajo paralelo. Ya una vez había estado trabajando en él. Regresé después de muchos años, de la niñez. Era el verano del `93, en que no tenía ni un peso y me fui al Parque O`Higgins, como todo el mundo, como toda la gente común que no tiene plata. Aparte de estimularme mucho la cosa nostálgica, me estimuló mucho la vida que tiene el lugar. Es un parque con historia y tradición... ahí está la gente haciendo asados, la laguna como piscina popular, los patos y los niños chicos pescando, los del patinódromo... Terminé el trabajo del Club Hípico, pero el del Parque hasta el día de hoy no lo termino. Siempre voy, en cualquier fecha, cuando me da la gana y siempre hay cosas distintas.”

Como todo simple mortal, Godoy no posee una gran fortuna que le otorgue mucho tiempo libre para realizar su trabajo, pero escogió, al igual que Claudio Pérez, la libertad que da el no amarrarse a ningún medio de prensa. No a los contratos. “Comúnmente es el camino más largo y más difícil” -¿Pero el más reconfortante para sí mismo?- “Sin duda. En realidad a mí no me costó mucho. Salí el `93 de la escuela y al menos ya tengo un nombre. Nunca he estado contratado. Me siento mucho mejor teniendo tiempo para hacer lo que quiero hacer. El hecho de tener que jugártelas a cada encargo le da otro carácter a la foto que estás haciendo. Al estar contratado y tener tu plata fija haces lo que decía el Claudio (Pérez) en la entrevista del número anterior: tiras un flashazo y te vas, porque al final te mandan a tanta cosa que terminas haciendo cualquier cuestión... es difícil jugárselas en cada encargo”

Siendo freelance, Javier fue colaborador hasta hace algún tiempo en el diario El Mercurio. Su trabajo más conocido lo realizó en el suplemento juvenil Zona de Contacto, donde junto a otros como Antonio Quercia, Jordi Castell y Ulises Nilo, “hicimos historia”, creando el espacio más sugerente y original -en lo que a imágenes se refiere- de dicho diario. Efectivamente era -y es- una propuesta un tanto light y ligada a un sector muy delineado del segmento “jóvenes”, pero el nivel de su trabajo era bastante depurado y grato a la visión. Y quedó demostrado cuando Godoy “golpeó” con el reportaje que decidió hacer junto a un amigo periodista -fanático hincha de la U, igual que él- al “Viaje al Infierno” de “Los de Abajo”, la barra brava del Club de fútbol de la Universidad de Chile, en su ida por Copa Libertadores al Estadio Monumental de River Plate de Argentina. “Nos arriesgábamos a que al diario no le satisficiera, lo que se traduciría en que no nos devolvería un centavo de los costos del trabajo, pero a nuestro regreso les encantó. Esa vez pude ver como en los quioscos sacaron el suplemento del diario para ponerlo como gancho a la vista de los transeúntes”. Su trabajo aquí en Chile con “Los de Abajo” significó otra de sus grandes pasiones cuyos resultados, aún no publicados, son el reflejo de una obra hecha con fuerza, constancia e inspiración creadora.

Su labor en Revista del Domingo, de El Mercurio, le significó viajes a lugares que él mismo se inventaba. Eran las propuestas de una personalidad inquieta y curiosa en extremo. De dichos viajes salieron sus trabajos recientemente premiados por la Unión de Reporteros Gráficos en el concurso anual de dicho gremio. Godoy fue el autor más premiado de la noche. Otro grande fue Mario Ruiz. Cosa curiosa, ambos independientes. Sin embargo sus días en El Mercurio se vieron interrumpidos abruptamente. “Llegó un funcionario. No sé como tomó un puesto de editor gráfico. No es fotógrafo, sino un ex diseñador de la Revista del Domingo y seguramente vendió un proyecto de abaratar costos para subir su sueldo, comenzando por cortar las cabezas de los colaboradores, entre los que estaba yo.” “Lo que pasa es que en los medios aman un contrato. Está bien, es comprensible, por la seguridad que te da tener un dinero todos los meses, pero de ahí a no respetarte como persona y como profesional, es bien distinto. Y en El Mercurio eso se siente a cada rato, te lo hacen sentir: Tú estás contratado, tú no. Me dijeron que los fotógrafos contratados habían alegado porque en ocasiones yo ganaba más plata, lo que es cierto, incluso trabajando la mitad de lo que ellos, pero sólo fue uno o dos meses. Pero además, aunque suene grandilocuente, siento que hago bastante mejor foto que la mayoría de los fotógrafos que están en ese diario. Si quieren ganarse espacio y respeto, tienen que hacerlo a través de trabajo y no corriendo gente.”


© Javier Godoy. © All rights reserved.


-¿Lamentas, de todos modos, haberte distanciado del diario?
Sí, la verdad es que me da mucha lata. Me gustó el asunto de los viajes. De hecho los dos trabajos premiados por la Unión de Reporteros fueron ideas mías financiadas por El Mercurio. Yo gestioné, investigué y trabajé, solo. Y eso me lo valoró el editor y los periodistas con los que logré finalmente una buena relación y un respeto. Hasta que llegó este funcionario, quien no me hecha, pero me quita los viajes y baja el precio de las fotos a la mitad de lo que me estaban pagando y con un tope de 50 mil pesos (US 125) por reportaje. Si el fotógrafo Patricio Baeza no podía ir, iría alguno de crónica, y sólo si no podían éstos, iría yo. Hace 2 meses que no me dan trabajo y por 50 mil pesos, hacer un viaje de cuatro días, no pudría. Tengo dos hijos que alimentar. Eso sí, me gustaría que quede claro que pienso que es un problema de empresa. Existe gente mediocre y el problema no es de los periodistas ni de la gente vinculada a la fotografía. Hay gente bastante respetable dentro de ellos, tales como Héctor Yáñez, Juan Eduardo López, Juan Francisco Somalo, Max Montecinos... Además El Mercurio me abrió muchas puertas y yo no soy un mal agradecido.”

“En general creo que en Chile hay muy buenos fotógrafos, pero escasa recepción de parte del medio. Las publicaciones son muy poco exigentes en relación a la calidad fotográfica. Algunas excepciones son otro tipo de fotografía, ni de autor, ni periodística, que aparecen en las revistas Paula y Caras, pero en los diarios... no pasa nada. Salvo La Época que ya está topando, encuentro que están repitiendo demasiado. Tampoco hay grandes temas. El ángulo distinto de la conferencia de prensa ya me tiene chato, falta que se les ocurra tomar fotografías aéreas...(risas)

-Claro, está la foto desde el nivel de la mesa, con el micrófono en primer plano, a través de la oreja de una taza y entremedio de las cosas más inverosímiles... pero ¿qué nuevo se puede hacer?
No sé, aprecio las páginas “Impresiones” y “Perfiles”, donde he visto buenas fotografías de Jaime Puebla y Ginette Riquelme.

-¿Cómo nace en ti esta pasión por mirar a través de la cámara y qué obsesiones te mueven hoy a escoger temas tan disímiles como el barrio de 10 de Julio, los militares en Punta Arenas, o un Santiago invernal visto desde dentro?
Mi viejo era fotógrafo de matrimonios. Era un oficio, no su pasión. Él nunca me estimuló a ser fotógrafo, de hecho no quería que lo fuera, quería que fuera algo más, Ahora me respeta bastante, ahora me cree. Fue un amigo que vivió en Francia el que me estimuló más. Me mostraba sus fotos, me pasaba sus cámaras. Yo tenía algo así como 17 años. Estudié filosofía y sicología, pero ninguna terminé. Sin embargo cada cierto tiempo agarraba una cámara. Luego entré a estudiar fotografía, pero como que me envolé. Me gustaba harto el carrete, osea todavía me gusta harto y tampoco me la creía mucho. Aún faltaba un impulso.

-¿Cuál?
Unas fotos que tomé por ahí, que me gustaron mucho a mí y le gustaron mucho a harta gente que me importaba que le gustaran. Fue una foto que tomé en el Club Hípico y que fue mi foto fetiche durante mucho tiempo. La amaba esa foto. Sentí que tenía dedos para el piano y me tiré. Retomé la carrera y sin mayor esfuerzo me fue bien. Comencé a hacer una ayudantía, me salió el trabajo en la Zona de Contacto y poco a poco la cosa se fue dando. Y me gustó tanto que en vez de hacer un trabajo hacía dos y, no sé, comienzas a tomar las cosas con otra madurez. Creo que la principal motivación es la simple y sana curiosidad. Voy conociendo a través de la foto. Es mi manera de aprender y aprehender. De repente me gustó la gente que va, el olor que hay, el ambiente que hay y eso me produce pasión por conocer. La foto del Club Hípico me motivó a volver y conocer más , la gente que va para allá todo el tiempo y vive de eso... es un submundo muy interesante, entretenido y vital. En el caso de los militares, eso si que es pura curiosidad. Para mí los milicos siempre fueron y son, el enemigo. Es un mundo tan raro, tan radicalmente distinto a lo que soy yo. Sin duda lo que siento en ese momento se verá reflejado, pero intento limpiarme e ir lo menos prejuiciado posible. No voy a buscar una idea. Ahora no se si eso será bueno o malo, pero creo es demasiado tendencioso partir con un concepto definido... o sea yo no fui con la idea de desprestigiar a los milicos, sino que por si solas... es así. Yo no inventé las fotos que hice. Y hay de todo. La hidalguía que a ellos les gusta, la marcialidad, claro, que desde mi punto de vista no es tal... Osea yo igual voy con mi historia y no puedo hacerlo como un papel en blanco. Y me recibieron y trataron super bien, aparte que iba por El Mercurio. Yo siempre había tenido esa curiosidad, por saber como era el Servicio Militar que nunca hice, los milicos, el poder fáctico de este país. Lo mismo en 10 de Julio. Las vestimentas de los que ahí trabajan, el trabajo bruto, un submundo dentro de la ciudad... esos son los temas que me gustan. Saber qué hablan, cuál es su onda. Esa es la idea, involucrarse con el asunto. Me gustaría escribir sobre mis reportajes. Creo que soy un poco periodista también. Si serlo es reportear, investigar, aprender, lo soy. Ando como ávido de información. Copuchento. En el fondo terminas involucrándote afectivamente. Lo de los obreros en Cucao, Chiloe, buscadores de oro, lo vi, trabajé un día ahí, hace unos diez años y siempre lo mantuve aquí, metido en la cabeza. Hasta que lo hice y lo vendí a El Mercurio. Ese trabajo fue premiado recientemente. De esa forma tengo una lista grande de reportajes por hacer, cosas simples... Tengo muchos trabajos no publicados. Uno que hice en el metro... A la larga quiero insertarlos en un libro que titularé: “Santiaguinos”.

-La gente aún no comprende lo que significa ser fotógrafo, todavía lo relacionan con el viejito del caballo en la Plaza de Armas, el de matrimonios o fotos carné, y te preguntan ¿fotógrafo nomás?
Sí, me preguntan: ¿no haces algo más?. No -contesto- de eso vivo yo, esa es mi pasión. Es una parte sumamente importante de mi vida. Canalizo mi energía en fotos. Con un amigo hablábamos de romanticismo. Él relacionaba lo romántico, lo sentimental, con mujeres... ¡sin dudas!, pero yo además vuelco esa energía, no sólo con mujeres, sino a través de mi trabajo fotográfico y a través de mi relación con el mundo, con las personas. Para mí la fotografía es una pasión, pero no soy de esos que no podría hacer nada sin fotografía.

-¿Por ejemplo qué?
Tengo ganas de hacer escultura. Yo estuve en una escuela industrial, ahí aprendía a soldar. Tomaba el material que botaban y hacía cosas. Un día me pillaron sacando material y me echaron de la escuela. En realidad era la segunda vez que me descubrían. Desde ahí que no tomo fierros y tengo ganas de seguir en eso en algún momento. Ahora, para ganar plata, lo único que se hacer es foto.

-Con las que pronto estarás en Sao Paulo...
Sí, me parece super importante. Me halaga que me inviten pues encuentro formidable que me coloquen con estos peces gordos que son el Claudio Pérez, Marcelo Montecinos... y además es pura gente que está fuera de los medios... ¡si la fotografía de autor no está pasando por los medios!”.

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